James Harrison, conocido internacionalmente como "el hombre del brazo de oro", falleció el 17 de febrero de 2025 a los 88 años en un hogar de ancianos ubicado en Nueva Gales del Sur, Australia. Harrison se ganó este título gracias a su extraordinario historial de donaciones de plasma: un total de 1,173 donaciones realizadas a lo largo de 64 años, desde 1954 hasta 2018, cuando hizo su última donación a los 81 años.

El plasma de Harrison era único, ya que contenía un anticuerpo extremadamente raro llamado Anti-D, que resultó crucial en la lucha contra la enfermedad hemolítica del feto y del recién nacido (HDFN). Las donaciones de Harrison jugaron un papel clave en el desarrollo de inyecciones de anti-D, un medicamento que evita que los cuerpos de madres RhD-negativas ataquen a los fetos durante el embarazo, condición que anteriormente tenía una tasa de mortalidad alarmante. Antes del uso generalizado de esta inyección en la década de 1960, uno de cada dos bebés diagnosticados con esta enfermedad moría.
En las más de 1,100 ocasiones en que Harrison donó su plasma, se llegaron a producir aproximadamente 2.4 millones de dosis de este medicamento que salvaron a bebés en riesgo. Tan significativos fueron sus aportes que el Australian Red Cross Blood Service destacó la excepcional riqueza del anticuerpo Anti-D en su sangre, una característica poco comprendida científicamente. Se ha postulado que esta peculiaridad podría haberse originado a partir de las transfusiones de sangre que Harrison recibió a los 14 años tras una cirugía de pulmón.
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A pesar de su impacto, James Harrison era una rareza en un sistema de donación con limitaciones marcadas. En Australia, hay menos de 200 donantes de Anti-D activos, quienes apoyan a cerca de 45,000 madres y sus bebés anualmente, lo que persiste como un desafío para organizaciones como el Australian Red Cross Lifeblood.
El legado de Harrison fue reconocido con la Medalla de la Orden de Australia en 1999 por sus contribuciones a la salud pública. Incluso después de su retiro como donante, Harrison continuó influyendo en la investigación médica. Actualmente, científicos australianos trabajan en replicar su anticuerpo Anti-D en laboratorio, en un esfuerzo apodado "James en un frasco".
La vida de James Harrison no solo simboliza la generosidad, sino también el impacto individual en la ciencia médica moderna, marcando un punto de inflexión en el tratamiento y la prevención de la HDFN, salvando potencialmente millones de vidas en Australia y en todo el mundo.
El apodo de "el hombre del brazo de oro" de James Harrison proviene de sus extraordinarias donaciones de plasma, y aunque algo tan especial como su sangre es sumamente raro, ninguno de sus familiares desarrolló el anticuerpo Anti-D que lo hizo famoso.