El estudio, liderado por Vanya Rohwer y publicado en The American Naturalist, analizó el comportamiento de 78 especies de aves. La investigación encontró que las aves que anidan en cavidades, como los mosqueros crestados y los reyezuelos carolinos, usan pieles de serpiente 6.5 veces más que las especies que construyen nidos en forma de taza, como los carriceros.
Para investigar la efectividad de este comportamiento, el equipo creó nidos artificiales a lo largo de un sendero, empleando 63 cajas de nido y 84 nidos de mirlos americanos. Pieles de serpiente fueron colocadas en la mitad de los nidos de cada tipo. Después de 14 días, se observó que solo el 38% de las cajas de nido sin piel de serpiente mantenían todos sus huevos intactos, en comparación con casi el 75% de las cajas con piel de serpiente que permanecieron sin ser tocadas por depredadores.
Mediante el uso de cámaras de trail, se registraron los ataques de depredadores en ambos tipos de nidos. Los nidos de mirlo, sin pieles de serpiente, fueron principalmente atacados por cuervos americanos y arrendajos azules, depredadores no comunes de serpientes. En contraste, las cajas de nido, con y sin pieles de serpiente, fueron atacadas exclusivamente por pequeños mamíferos como ardillas voladoras y ardillas rojas americanas, especies vulnerables a las serpientes.
El estudio concluyó que el uso de pieles de serpiente es una estrategia defensiva efectiva para reducir las tasas de depredación en aves que anidan en cavidades. Tal uso habitual y extendido de pieles de serpiente destaca la adaptabilidad de estas aves para mejorar la supervivencia de sus crías, utilizando materiales que disuaden a los depredadores. La documentación de los materiales de nido en tarjetas de registro de huevos del siglo XIX y XX proporcionó una base histórica crucial para respaldar los hallazgos del estudio.