La desaparición progresiva de las mariposas, que son esenciales como polinizadores y bioindicadores, ha alcanzado niveles preocupantes en distintas regiones del mundo. Europa y Estados Unidos han registrado datos alarmantes que reflejan una crisis global.
En Europa, diversas naciones muestran un panorama desolador. En España, la mitad de las especies de lepidópteros han desaparecido. Bélgica, desde 1992, ha perdido un tercio de las especies de mariposas, mientras que las poblaciones restantes han disminuido en un 30%. En el Reino Unido, desde 1976, se ha observado una reducción del 8% en las especies, complementada con una pérdida global de la población de mariposas que se redujo a la mitad. En los Países Bajos, un estudio de 2019 reveló que solo queda el 16% de las mariposas que existían a finales del siglo XIX. Cataluña presenta un caso significativo, con una pérdida del 39% de las poblaciones entre 1994 y 2024. Este descenso es más marcado en los prados y espacios abiertos, donde se registra un 54%, en comparación con el 18% en los bosques.
En Estados Unidos, desde el año 2000, se ha registrado una disminución del 22% en la abundancia total de mariposas. Al menos una de cada cinco especies ha desaparecido en las últimas dos décadas. Más de 100 especies han registrado descensos superiores al 50%, mientras 22 especies han sufrido una reducción aún más severa, superior al 90%. La región más afectada por esta disminución es el suroeste del país, contrastando con el noroeste del Pacífico, donde se ha registrado el menor impacto. Los datos recientes recogen el conteo de 12,6 millones de mariposas, abarcando 554 especies en 2,478 lugares, según 35 programas de seguimiento.
Las causas detrás de esta devastadora disminución son principalmente la pérdida de hábitat debido al desarrollo urbano y agrícola, los efectos del cambio climático y el uso intensivo de pesticidas. Estas amenazas ambientales han transformado los paisajes agrícolas en áreas 48 veces más tóxicas para las abejas y otros polinizadores. En un panorama más amplio, la problemática se extiende a otros insectos, como las moscas de mayo, cuyo número también ha disminuido a la mitad.
Las mariposas son consideradas indicadores clave de la salud ambiental. Su declive refleja una crisis mayor en la biodiversidad global, con consecuencias catastróficas para los ecosistemas y la humanidad. Los expertos insisten en que estos datos corresponden a una llamada urgente para tomar medidas concretas que reviertan esta tendencia y restauren los hábitats naturales necesarios para la supervivencia de estas especies.
Las mariposas son tan sensibles a los cambios ambientales que algunos investigadores las llaman "los canarios de la biodiversidad", en referencia a su papel como indicadores de la salud de los ecosistemas.