Un nuevo anillo de espionaje vinculado al Kremlin ha sido desarticulado en el Reino Unido, con la condena de seis ciudadanos de origen búlgaro que realizaban operaciones de inteligencia contra disidentes rusos y otras figuras en Europa. Según las autoridades, las actividades del grupo, conocido coloquialmente como "los Minions", se concentraron entre 2020 y 2023 y estaban centradas en tareas como vigilancia, planificación de atentados y recopilación de datos.
El grupo incluía a Vanya Gaberova (30 años), Katrin Ivanova (33 años), Tihomir Ivanchev (39 años), Orlin Roussev (47 años), Biser Dzhambazov (43 años) e Ivan Stoyanov (34 años). De estos, Roussev, Dzhambazov y Stoyanov se declararon culpables antes del juicio en el tribunal Old Bailey, mientras que Ivanova, Gaberova e Ivanchev fueron hallados culpables por un jurado tras 32 horas de deliberación. Las penas de prisión podrían alcanzar hasta 14 años.
Las autoridades han revelado que el grupo llevó a cabo al menos seis operaciones dirigidas a individuos tales como Roman Dobrokhotov, un periodista ruso crítico del régimen de Vladimir Putin. Entre las acciones contra él, se incluyó la captación de su PIN de iPhone por parte de un espía en un avión y debates sobre planes para envenenarlo con ricina o incluso secuestrarlo. Otro de los objetivos fue Christo Grozev, periodista vigilado constantemente, incluido durante una estancia en un hotel en Valencia. También se identificó como objetivo a Bergey Ryskaliyev, un ex político kazajo que residía en Londres.
Durante las redadas, la policía encontró grandes cantidades de equipos de espionaje. Entre los objetos confiscados se cuentan 221 teléfonos móviles, 258 discos duros, 495 tarjetas SIM, 33 dispositivos de grabación de audio, 55 de grabación de video, 11 drones, 16 radios y 3 IMSI grabbers, estos últimos diseñados para interceptar datos de telecomunicaciones.
El grupo empleó métodos avanzados para sus actividades, incluyendo trampas de miel, vigilancia encubierta y discusiones sobre llevar a cabo un ataque con agentes nerviosos similares a los utilizados en el atentado de Salisbury con Novichok. Además, sus operaciones de inteligencia abarcaban numerosas ubicaciones geográficas clave como Londres, Valencia, Stuttgart, Viena y Montenegro, entre otros lugares.
De acuerdo con la fiscalía, las actividades de “los Minions” generaron graves reclamos de seguridad nacional. Se cree que su labor era dirigida por Jan Marsalek, antiguo directivo de la empresa Wirecard que tiene lazos con servicios de inteligencia rusos y cuyo paradero continúa siendo desconocido.
El caso ha causado especial alarma dada la inquietud creciente sobre la influencia del Kremlin en el Reino Unido y Europa. Roman Dobrokhotov, uno de los principales objetivos del grupo, había recibido alertas previas por parte de la policía sobre intentos de vigilancia en su entorno familiar, lo que pone en evidencia la persistencia de estas actividades a pesar de las recientes condenas.
Las autoridades han señalado que desmantelar este tipo de redes es esencial para preservar la seguridad y los intereses nacionales frente a ataques internacionales. Este caso subraya también los riesgos a los que se enfrentan periodistas y disidentes que alzan la voz contra regímenes autoritarios.
El uso de "honey traps" o trampas de miel en operaciones de espionaje no es nuevo; esta estrategia se remonta varias décadas y sigue siendo una táctica recurrente dentro de redes de inteligencia a nivel global.