Los ciclones tropicales, clasificados como depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes o tifones dependiendo de su ubicación geográfica, son sistemas meteorológicos giratorios de baja presión acompañados de tormentas organizadas. Para su formación, estos fenómenos requieren temperaturas del agua del mar superiores a 26-27 °C y una baja cizalladura del viento, es decir, una limitada diferencia de velocidad y dirección del viento a distintas altitudes.
En el Mediterráneo y las regiones cercanas a Europa, la cizalladura del viento suele ser alta, lo que históricamente ha impedido la formación de huracanes. Sin embargo, los fenómenos climáticos y el aumento global de la temperatura podrían cambiar esta situación. 'La Niña', un fenómeno que enfría las aguas del Pacífico, favorece la formación de huracanes en el Atlántico al reducir la cizalladura del viento, mientras que el cambio climático global contribuye a elevar las temperaturas de los océanos.
Estas condiciones pueden llevar a que los huracanes se formen en latitudes más al norte y con mayor intensidad. Se ha observado un incremento de 3-4 °C en las temperaturas de la zona tropical y del Atlántico, lo que refuerza esta tendencia. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) proyecta un aumento del 10 % en ciclones de categorías 4 y 5 si el calentamiento se limita a 1.5 °C. Este porcentaje sube al 13 % si el calentamiento se mantiene a 2 °C, y al 20 % si se alcanza un incremento de 4 °C.
Ciclones tropicales como Vince, Delta y Gordon en 2005; Ophelia en 2017; Leslie en 2018; Alpha en 2020 y Hermine en 2022, ya se han acercado a la costa europea en los últimos años. Este fenómeno podría hacer que la Península Ibérica y otras regiones vecinas estén cada vez más expuestas a ciclones tropicales.
Además de los huracanes, el Mediterráneo podría experimentar la formación de medicanes, ciclones similares a huracanes pero de menor intensidad y duración, generados por un fuerte gradiente de temperatura en la atmósfera superior. Estos medicanes, aunque menos potentes, también representan un desafío meteorológico para Europa.
El Dr. Joaquín García señala que "la incidencia de huracanes en Europa, aunque improbable en el pasado, podría volverse una realidad preocupante si las tendencias actuales de cambio climático continúan".