Investigaciones recientes han puesto de manifiesto la magnitud del deshielo en la Antártida y su impacto en la actividad volcánica subyacente. Se estima que la Antártida pierde aproximadamente 150 mil millones de toneladas de hielo anualmente, mientras que la capa de hielo de Groenlandia se derrite a una tasa de 270 mil millones de toneladas por año. Estos procesos son cruciales para comprender y predecir futuros cambios climáticos, ya que contribuyen significativamente al aumento del nivel del mar.
Bajo la Ruptura de la Antártida Occidental, los científicos han identificado un sistema volcánico activo que incluye al menos 100 volcanes ocultos bajo varios kilómetros de hielo, con el Mount Erebus como uno de los puntos más activos. La reducción del peso del hielo facilita la expansión del magma en las cámaras subterráneas, incrementando la presión en las paredes de roca circundantes y potencialmente provocando erupciones.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Brown, utilizando 4,000 simulaciones por computadora, ha analizado cómo el deshielo afecta a los volcanes enterrados. Estas simulaciones han demostrado que la disminución de la presión litostática facilita la formación de burbujas de gas en el magma, aumentando la probabilidad de erupciones.
El deshielo y la actividad volcánica pueden crear un ciclo de retroalimentación: el deshielo acelera la actividad volcánica, lo que a su vez puede acelerar el deshielo adicional. Una vez iniciado, este ciclo se vuelve complicado de controlar y podría llevar a una pérdida significativa de hielo. El estudio, publicado en noviembre de 2024 en la revista Geochemistry, Geophysics, Geosystems, detalla cómo una tasa crítica de eliminación del hielo aumenta la probabilidad de eventos eruptivos adicionales.
La investigación destaca la importancia de considerar la interacción entre los volcanes subglaciares y el deshielo en los modelos climáticos. Estos complejos procesos son fundamentales para predecir el aumento del nivel del mar y evaluar la estabilidad de la Capa de Hielo de la Antártida Occidental.
Este conjunto de datos revela la creciente necesidad de estudiar más a fondo cómo la reducción del hielo puede acelerar la exsolución de volátiles en el magma, afectando la presión y el tamaño de las erupciones. Entender estos mecanismos podría mejorar significativamente nuestras predicciones sobre los cambios climáticos y el futuro aumento del nivel del mar.