En 2018, Steve Bannon, cuando era estratega jefe de la Casa Blanca, afirmó que “la verdadera oposición es la prensa,” promoviendo la estrategia de saturar a los medios de comunicación con desinformación. Esta táctica ha sido adoptada y amplificada por figuras como Donald Trump y Elon Musk, actual líder de la plataforma de redes sociales X (antes Twitter).
Hoy, más de la mitad de las publicaciones de Musk durante su campaña fueron etiquetadas como “engañosas” por la CBS. En un contexto reciente, tras el desastre de las inundaciones en Valencia, España experimentó un nivel de desinformación en dos semanas equivalente a la acumulada en los dos años de la pandemia de Covid-19.
El aumento de la polarización pública y la fragmentación de la realidad informativa han llevado a una tensión creciente, donde los ciudadanos se acusan mutuamente de propagar mentiras. El panorama informativo está más fracturado que nunca, con una falta evidente de consenso sobre la veracidad de los contenidos.
La normalización de la desinformación no solo afecta a la política y las redes sociales, sino que también permea la cultura juvenil, influyendo en la percepción de la realidad de los adolescentes. Esta situación tiene sus raíces en tácticas como las usadas en el evento Gamergate de 2014, donde las redes sociales movilizaron comportamientos tribales, y se intensificaron con la aparición de Trump y el complejo panorama de desinformación que le rodeó.
Las grandes plataformas digitales como Google, YouTube, Facebook y Twitter han captado la atención y los ingresos publicitarios, lo que ha conducido a un declive de los medios tradicionales. Los algoritmos de estas plataformas han exacerbado la propagación de desinformación, y a pesar de esfuerzos post-pandemia, no han implementado medidas efectivas contra esta problemática.
Varios casos ejemplifican el impacto de la desinformación: la teoría conspirativa del tiroteo de Sandy Hook, impulsada por Alex Jones, llevó a un cuarto de los estadounidenses a creer que la masacre fue un montaje. En el incidente de Pizzagate, un hombre armado irrumpió en una pizzería por falsas acusaciones de un anillo de pedofilia. Más de uno de cada cuatro estadounidenses creen que el tiroteo de Sandy Hook de 2012 fue un montaje, debido a las teorías conspirativas difundidas por figuras como Alex Jones.
El 29 de octubre de 2024, el mismo día que ocurrieron las inundaciones en Valencia, Steve Bannon fue liberado de prisión y reafirmó su apoyo a la campaña electoral de Trump. Este último ganó las elecciones sin una oposición significativa, demostrando la profunda influencia de la desinformación en el escenario político.
El problema es reconocido como grave en España, donde el 80% de los ciudadanos considera la desinformación una amenaza significativa. El Consejo de Seguridad Nacional lo ha identificado como una de las principales preocupaciones.
La desinformación se ha convertido en una característica común del discurso político y social, impulsada por figuras influyentes y las dinámicas de las redes sociales. La combinación de incentivos económicos y agendas políticas ha creado un ciclo continuo de manipulación informativa.