En un caso sin precedentes, la virologista Beata Halassy de la Universidad de Zagreb aplicó un tratamiento innovador para tratar su propio cáncer de mama, recurriendo a la viroterapia oncolítica (OVT) en lugar de someterse a tratamientos convencionales como quimioterapia. Halassy, diagnosticada en 2020 con su tercera recurrencia del cáncer diagnosticado inicialmente en 2016, optó por inyectar dos virus cultivados en su laboratorio directamente en el tumor.
El tratamiento, que se extendió durante dos meses, utilizó los virus del sarampión y de estomatitis vesicular (VSV), administrados por un colega. Los resultados fueron notables, con el tumor no solo reduciendo su tamaño sino también volviéndose más blando, lo que facilitó significativamente su extracción quirúrgica. El análisis postoperatorio reveló una infiltración significativa de linfocitos en el tumor, evidenciando que la OVT había estimulado una notable respuesta inmune del cuerpo contra las células cancerosas.
Desde su intervención en 2020, Halassy ha permanecido libre de cáncer durante cuatro años, un resultado que destaca por su relevancia clínica y científica. Halassy detalló su experiencia y resultados en el artículo "Un estudio de caso no convencional de viroterapia oncolítica neoadyuvante para el cáncer de mama recurrente", publicado en la revista Vaccines. Sin embargo, su publicación no fue sencilla y enfrentó múltiples rechazos, en parte debido a las implicaciones éticas de la autoexperimentación.
Varios expertos en la comunidad científica han expresado sus opiniones sobre este singular caso. Mientras unos como Stephen Russell subrayan el carácter innovador del tratamiento, otros advierten sobre los riesgos y peligros de la autoexperimentación, no recomendando que se adopte como primera línea de tratamiento. La reacción destaca la necesidad de un análisis profundo y cuidadoso de tales métodos antes de su amplia aceptación.
El caso de Halassy revive el debate sobre las posibilidades y los límites de la autorregulación en la investigación médica, así como las implicaciones éticas de aplicar tratamientos experimentales. La OVT, aunque prometedora, sigue siendo un área que requiere más estudios clínicos y ensayos para validar su eficacia y seguridad en el tratamiento del cáncer a gran escala. El uso del virus del sarampión en la viroterapia oncolítica no es nuevo; ha sido investigado durante décadas por su capacidad para atacar selectivamente células cancerígenas, lo que abre la puerta a tratamientos potenciales en el futuro.