El 12 de abril de 2025, se informó de la demanda oficial por parte de Estados Unidos de asumir el control total de un gasoducto clave en Ucrania. Este gasoducto, que se extiende desde Sudzha, en el oeste de Rusia, hasta Uzhhorod, en la frontera con la Unión Europea y Eslovaquia, tiene una longitud de aproximadamente 750 millas (1,200 km) y es considerado una infraestructura estratégica dado su papel central en el transporte de gas ruso hacia Europa. Construido durante la era soviética, ha sido fundamental para el tránsito energético en la región durante décadas.
La petición estadounidense forma parte de una propuesta más radical y “maximalista” en comparación con entregas previas de armas y apoyo a Ucrania. Documentos de negociación revelan que el gobierno de Donald Trump condicionó la entrega de asistencia militar y económica a cambio de elementos estratégicos, incluyendo recursos naturales valiosos como metales raros, petróleo y gas, considerados de hasta 500 mil millones de dólares en valor. Además, exige que la Corporación de Financiamiento del Desarrollo Internacional de EE. UU. controle el mencionado gasoducto.
Desde principios de este año, específicamente el 1 de enero de 2025, Ucrania detuvo el flujo de gas a través del gasoducto tras la expiración de un contrato de cinco años con la entidad rusa Gazprom. Este acuerdo había producido ingresos de cientos de millones de euros en tarifas de tránsito en años previos, incluso durante los primeros tres años de la guerra a gran escala entre Ucrania y Rusia.
Estas demandas estadounidenses han suscitado duras críticas. Volodymyr Landa, del Centro de Estrategia Económica de Kyiv, describió estas exigencias como un "chantaje colonial" y agregó que Ucrania no está dispuesto a aceptar condiciones que comprometan su soberanía. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, expresó que, aunque esté abierto a acuerdos que beneficien a su país, solo se tomarán decisiones bajo criterios de paridad, exigiendo repartir los ingresos de manera equitativa entre ambos países (50-50).
Las tensiones aumentaron aún más cuando Trump advirtió públicamente que Zelenskyy enfrentaría "grandes problemas" en caso de negarse a aceptar los términos propuestos, calificándolo de intentar "salirse de un acuerdo". Asimismo, Trump ha rechazado brindar compromisos formales de seguridad o nuevos envíos de armas a Ucrania, mientras busca un control estratégico sobre los recursos minerales del país.
Complicando aún más la situación, Keith Kellogg, enviado especial de Estados Unidos a Ucrania, desató indignación cuando mencionó la posibilidad de particionar Ucrania, comparándola con la división de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque Kellogg aseguró que sus declaraciones fueron malinterpretadas, reflejan la creciente ambigüedad en las negociaciones internacionales.
En paralelo, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, se reunió en San Petersburgo con Vladimir Putin, donde se esbozó una solución al conflicto que incluiría ceder a Rusia cuatro provincias ucranianas que Moscú reclama. Estas regiones albergan ahora un millón de personas y siguen siendo un punto álgido en la disputa entre ambos países.
En este contexto de diplomacia tensa, se anunció una asistencia suplementaria récord de 21 mil millones de euros en ayuda militar adicional para Ucrania por parte del grupo de contacto de defensa. Ucrania ha aceptado un alto el fuego de 30 días, pero señala a Rusia como la parte que ha retrasado un acuerdo. Desde el 11 de marzo, se han intensificado los ataques aéreos de Rusia con el lanzamiento reportado de 70 misiles y 2,200 drones contra territorios ucranianos, muchos de ellos dirigidos a áreas civiles, acentuando el conflicto activo en la región.
El gasoducto Sudzha-Uzhhorod, pieza clave en las tensiones actuales, es una de las infraestructuras más antiguas y esenciales para el tránsito energético entre Rusia y Europa, y llegó a ser una de las principales rutas de importación de gas al continente desde su construcción en la época soviética.