El escarabajo enterrador americano (Nicrophorus americanus), conocido por su papel en el reciclaje de nutrientes al alimentarse de carne en descomposición, se ha convertido en objeto de estudio durante más de dos décadas por su capacidad de preservar carne a temperatura ambiente y sus implicaciones médicas, especialmente frente a infecciones resistentes a los antibióticos. Este insecto ha demostrado habilidades notables en la lucha contra los patógenos y en la resistencia a químicos tóxicos.
Investigaciones recientes, publicadas en la revista PLOS One, analizaron en detalle la exposición de este escarabajo al insecticida neonicotinoide imidacloprid. Uno de los hallazgos clave fue la determinación de la dosis letal 10% (LD10), establecida en 58.9 nanogramos por escarabajo. A esa exposición, los insectos mostraron un comportamiento inusual: se tornaron altamente móviles, recorriendo distancias más de cuatro veces superiores a las de los escarabajos de control y viajando a velocidades significativamente mayores.
En cuanto a la supervivencia, la investigación reveló que mientras los escarabajos de control sobreviven completamente durante un período de 10 días, la exposición a una sola dosis LD10 condujo a una mortalidad del 30%, incrementándose al 50% en caso de exposiciones repetidas. Además, el comportamiento de los individuos expuestos incluyó hiperactividad, extensiones de alas sin volar y volteos continuos sobre el dorso, contrastando con las respuestas de comportamiento de "muerte aparente" observadas en los escarabajos no tratados.
El estudio también documenta la relevancia del microbioma del escarabajo enterrador americano. Se identificaron 11 especies bacterianas específicas, una de ellas completamente nueva para la ciencia. Estas bacterias desempeñan un papel crucial en la preservación de carne y en la resistencia del escarabajo a infecciones. Los investigadores trabajan ahora en descifrar la relación entre este microbioma y la capacidad del escarabajo para detoxificar insecticidas como los neonicotinoides, y están explorando su genoma para identificar los genes responsables de dichas capacidades excepcionales.
Por otro lado, el estatus de conservación del escarabajo enterrador americano también ha sido motivo de atención. Catalogado como especie en peligro de extinción desde 1989, el insecto fue degradado a categoría de amenaza en 2020 tras el éxito de los esfuerzos de repoblación en zonas dentro de su rango histórico. Sin embargo, las preocupaciones persisten, particularmente debido a la exposición constante a pesticidas neonicotinoides, relacionados con los declives en las poblaciones de insectos en todo el mundo.
El potencial biomédico de Nicrophorus americanus está siendo aprovechado para avanzar en el desarrollo de nuevos antibióticos en un momento crítico, ya que muchas infecciones bacterianas han desarrollado resistencia a los medicamentos tradicionales. Este escarabajo ofrece una esperanza al combinar en su biología mecanismos naturales de resistencia a patógenos y la capacidad de neutralizar compuestos tóxicos. Los próximos estudios podrían marcar un antes y un después en campos como la medicina y la ecología, mientras se sigue trabajando en la conservación de esta especie valiosa para ecosistemas y ciencia.
El escarabajo enterrador americano es uno de los principales actores de la naturaleza para reciclar cadáveres de animales en el suelo, pero puede preservar la carne de forma natural, una habilidad única que mantiene el alimento propio y el de sus larvas libre de hongos y bacterias. ¡Un químico natural vivo!