La reunión entre la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, y Benny Gantz, rival político del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y miembro del gabinete de guerra de Israel, marcó un momento crítico en la relación entre Estados Unidos e Israel, subrayando el creciente descontento de la Casa Blanca con la gestión de Netanyahu sobre la guerra en Gaza y su resistencia a permitir la entrada de ayuda humanitaria a los civiles palestinos. El encuentro, llevado a cabo sin la autorización de Netanyahu, resalta el esfuerzo de la administración Biden por presionar hacia una resolución pacífica y humanitaria del conflicto, que ya se acerca a los cinco meses de duración.
Harris expresó su “profunda preocupación” por las condiciones humanitarias en Gaza, haciendo eco de la creciente alarma internacional ante la devastadora ofensiva militar israelí que ha cobrado la vida de más de 30,000 palestinos desde el 7 de octubre, según cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud de Gaza. La vicepresidenta instó a Israel a adoptar medidas adicionales en cooperación con Estados Unidos y socios internacionales para aumentar el flujo de asistencia humanitaria hacia Gaza, asegurando su distribución segura entre los necesitados.
La reunión también abordó la importancia de finalizar un acuerdo para la liberación de los rehenes que aún se cree están en cautiverio en Gaza, tras el ataque del 7 de octubre por parte de Hamas contra Israel. Harris reiteró el respaldo de la administración a un cese al fuego temporal extendido que facilitaría la liberación de los rehenes y permitiría un aumento significativo de la ayuda humanitaria en toda Gaza. Esta postura de Harris refleja un cambio notable en el tono de la administración Biden, que inicialmente se había alineado estrechamente con Israel al comienzo de la guerra en Gaza.