El incidente ocurrió en marzo de 2025 en el aeropuerto de Houston, Texas, cuando Jonathan, un ciudadano australiano con una visa de trabajo válida por un periodo de 15 meses, regresaba a Estados Unidos tras viajar a su país natal para cumplir el último deseo de su hermana fallecida. A pesar de portar una visa oficial, Jonathan fue detenido al llegar, enfrentando un prolongado interrogatorio y acusaciones infundadas.
Jonathan permaneció retenido por más de 30 horas en una sala secundaria del aeropuerto, junto a aproximadamente 100 personas de diversas nacionalidades, incluyendo ciudadanos de países como Canadá, del Reino Unido y de América del Sur. Las condiciones en la sala de retención generaron controversia al encontrarse cubiertas con carteles modificados que eliminaban mensajes relacionados con diversidad, equidad e inclusión. Durante su detención, denunció haber recibido únicamente "comida para perros" como alimento.
Los oficiales fronterizos emitieron acusaciones sin fundamento, afirmando que Jonathan estaba vinculado al tráfico de drogas y que transportaba restos humanos en la urna, la cual se encontraba vacía. También aseguraron que poseía dos teléfonos móviles, aunque él portaba solo uno. Además, sus solicitudes de asistencia legal fueron rechazadas, bajo el argumento de que "no tenía derechos". En su interacción con las autoridades, uno de los oficiales lo insultó al preguntar si era “sordo o simplemente retrasado”.
Durante las entrevistas, que duraron alrededor de 30 minutos, las autoridades insinuaron que Jonathan trabajaba para personas no autorizadas. Finalmente, se le entregó un documento bajo la Ley de Inmigración y Nacionalidad, que señalaba que ya no era un "inmigrante en posesión de una visa válida no expirada". Con base en esto, se canceló su visa, y se prohibió su ingreso a Estados Unidos por un periodo de cinco años, incluidas las escalas como pasajero en tránsito.
Antes de su deportación, uno de los oficiales comentó: “Trump está de vuelta en la ciudad; estamos haciendo las cosas como siempre debimos haberlo hecho”, en referencia a la administración actual y sus políticas. Jonathan fue escoltado por un guardia armado hasta un vuelo de regreso a Australia. Arribó a Sídney después de un total de más de 30 horas desde el inicio de su retención.
Actualmente, Jonathan se enfrenta a una difícil situación personal, pues quedó separado de su vida en Estados Unidos, donde residía con su pareja, mantenía un apartamento y un estudio de trabajo. Desde su regreso forzoso a Australia, vive temporalmente en casa de amistades ('couch surfing'), lejos de la estabilidad que dejó atrás.
Su caso se suma a una creciente lista de detenciones y deportaciones de ciudadanos con visas válidas reportadas en los últimos tiempos, lo que ha puesto en el centro del debate las políticas migratorias actuales. Al ser consultado, el Departamento de Seguridad Nacional se abstuvo de dar comentarios sobre el caso, alegando que no podían verificar la situación.
Este suceso ilustra las tensiones y transiciones asociadas a las políticas de inmigración en Estados Unidos, y los desafíos que enfrentan incluso aquellos con permisos legales de ingreso al país. A pesar de portar una visa de trabajo válida y cumplir con los requisitos legales, Jonathan fue deportado mientras portaba una urna vacía, lo que contradijo las acusaciones de las autoridades sobre contener restos humanos.