En una ofensiva calificada como la más grande y compleja desde el inicio del conflicto el pasado 7 de octubre, las fuerzas israelíes lanzaron un ataque en el campamento de refugiados de Nuseirat en Gaza. La operación, que tenía como objetivo rescatar a rehenes secuestrados por militantes de Hamas, resultó en al menos 274 palestinos muertos y 698 heridos, según fuentes de The Guardian. Esta cifra incluye a numerosas víctimas civiles y niños. Durante la redada, fueron rescatados Noa Argamani, Almog Meir Jan, Andrei Kozlov y Shlomi Ziv, quienes habían sido secuestrados por Hamas en semanas anteriores.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, destacó la eficacia de la operación, subrayando que "Israel no se rinde ante el terrorismo". Sin embargo, este ataque ha generado una ola de indignación y críticas tanto a nivel nacional como internacional debido al alto número de víctimas civiles. Los enfrentamientos continúan intensificándose en una región ya extremadamente tensa, agravando la crisis humanitaria en Gaza.
La comunidad internacional ha reaccionado enérgicamente ante los eventos. El jefe de la política exterior de la Unión Europea calificó la operación como una "masacre" y el jefe de la ayuda humanitaria de la ONU describió las escenas en Gaza como "horrorosas". Estas críticas reflejan la creciente preocupación por el costo humano del conflicto y el sufrimiento de la población civil atrapada en medio de la violencia.
Además de la respuesta internacional, las críticas internas hacia la operación no se han hecho esperar. Políticos de la oposición y grupos de derechos humanos en Israel han señalado que las tácticas militares empleadas pueden exacerbar aún más la ya precaria situación en Gaza.