Opinión

Un faro en la tormenta de los turbulentos mares del siglo XXI

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Requerimos de una brújula poderosa para navegar los turbulentos mares del siglo XXI, abatidos por las gigantescas olas de la globalización y la fragmentación, el individualismo y la despolitización, la violencia y la criminalidad, la desigualdad social y la exclusión, el populismo y la polarización, la corrupción y la impunidad. ¡Tremendo desafío!

La política tradicional, basada en el Estado-nación, se ha visto debilitada por la fuerza de estas gigantescas olas y está al borde del fracaso. Los estados nacionales ya no tienen el poder de controlar los flujos de capital, la información y las personas, lo que ha llevado a una erosión de la soberanía y una sensación de impotencia entre los ciudadanos. En este contexto, la política se ha vuelto cada vez más fragmentada e individualista. Esto ha dado lugar al auge de la política identitaria y el populismo, que a menudo se basan en el miedo, la ira y la división. Por lo que se requiere de una nueva forma de política que sea más global, más participativa y más centrada en los problemas cotidianos de las personas. Esta nueva política debe basarse en la solidaridad y la cooperación, la cual nos ofrece una nueva hoja de ruta, en lugar del individualismo y la competencia.

¡Los sistemas políticos tradicionales están a prueba!

La hoja de ruta se vislumbra entonces con los siguientes principios estratégicos:

  • La necesidad de una política global: Los problemas que enfrentamos hoy en día son de naturaleza global y no pueden ser resueltos por los estados nacionales actuando solos.
  • La importancia de la participación ciudadana: La política no debe ser algo que se haga a los ciudadanos, sino algo que se haga con ellos. Necesitamos encontrar nuevas formas de involucrar a las personas en los procesos políticos y asegurarnos de que sus voces sean escuchadas.
  • El enfoque en los problemas cotidianos: La política debe centrarse en los problemas que afectan la vida diaria de las personas, como la pobreza, la desigualdad, la atención médica y la educación.
  • La construcción de la solidaridad: Necesitamos construir un sentido de solidaridad entre las personas, independientemente de su raza, religión, nacionalidad u otras diferencias. Esta solidaridad es esencial para construir un futuro más justo y equitativo, destacando los peligros que enfrentamos si no actuamos en conjunto.
  • Promover la educación para la ciudadanía global: Es importante que los ciudadanos comprendan los desafíos globales y estén preparados para actuar colectivamente para abordarlos. La educación para la ciudadanía global puede ayudar a desarrollar las habilidades y el conocimiento necesarios para este fin.
  • Utilizar las nuevas tecnologías para la acción política: Las nuevas tecnologías pueden ser utilizadas para facilitar la participación ciudadana.
  • Proteger a los vulnerables: La globalización y la precariedad han dejado a muchos en situaciones de vulnerabilidad. Las políticas deben enfocarse en proteger a los más marginados, como los refugiados, los migrantes y los trabajadores precarios.
  • Fomentar la sostenibilidad: La crisis climática exige una transformación radical de nuestros sistemas económicos y sociales. Las políticas deben promover la sostenibilidad ambiental y la justicia social.

Finalmente, ¡surge de manera imperante! la necesidad de crear y poner en acción una nueva forma de implementar la hoja de ruta que pueda realmente aplicarse a nuestra realidad actual, marcada en su esencia por la desigualdad social, la violencia y la criminalidad, el populismo y la polarización, la corrupción y la impunidad.

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