Opinión

INTELIGENCIA ARTIFICIAL: UN VIAJE SIN BRUJULA

0
100
https://www.elcohetealaluna.com/wp-content/uploads/2024/07/dee7fdcd-f62f-491a-bed8-03ada6d5dd50.jpeg

Estar viviendo en medio del inicio de la más grande revolución tecnológica, que el mundo ha conocido en toda su historia, requiere como mínimo ser consciente de ello. 

Luego podremos tomar partido entre los impulsores y/o sus detractores, pero el movimiento de la revolución está en marcha y no se detendrá nunca más. El ritmo de avance de la tecnología, las telecomunicaciones y el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), es tal, que está modificando en el presente y modificará en el futuro todos los aspectos de la vida social, a pesar de que en algunos momentos no seamos conscientes de lo que está sucediendo. 

Los expertos suelen describir metafóricamente el camino iniciado por esta revolución afirmando que estamos en un “tren bala sin conocer su destino”, o bien, que vamos camino a un abismo mientras el paisaje es cada vez más hermoso. ¡Tremenda dicotomía!

Las relaciones humanas, el mundo del trabajo, la educación, la salud, la producción de bienes y servicios, la vida política, todo estará atravesado por la inteligencia artificial. 

Durante el proceso podremos mitigar desviaciones, regular o prohibir usos, pero ello requiere estudiar el tema, saber de qué estamos hablando y comprender la potencia y los riesgos que dicho avance supone.

En términos políticos, la lectura puede resultar sencilla si encaramos los interrogantes en búsqueda de fortalecer aquello que garantice el pleno ejercicio de nuestros derechos fundamentales, robustezca las democracias, impulse la igualdad de oportunidades y consolide la soberanía de los pueblos. 

El asunto es que la legitimidad de los usos y desarrollos los define quien detenta el poder. Y la cosa se pone más compleja porque el poder radica en grandes corporaciones más que en los Estados.

Los Estados que han desarrollado posiciones del tipo regulacionistas en torno al actual despliegue de la IA son criticados por quedar atrás en la carrera tecnológica. La sanción por parte del Parlamento Europeo de la primera reglamentación de carácter integral sobre la IA suele recibir esta crítica. Sin embargo, resulta un paso fundamental e ineludible para entender dónde estamos parados y, en el mejor de los casos, direccionar hacia dónde (no) queremos ir.

El modo en que tradicionalmente se aborda la cuestión de la IA se refleja rápidamente en dos posiciones:

  • Miradas tecno-solucionistas o amigables 

Centradas en la potencia transformadora de la tecnología, se afirman sobre los múltiples beneficios que puede brindar al bienestar común, destacando la herramienta como un traje de superhéroe que promoverá nuevas habilidades en los seres humanos y nos hará mejores de lo que hemos sido y somos.

  • Visiones apocalípticas o amenazantes

 Denuncian los riesgos éticos y los costos humanos y ambientales del desarrollo de esta tecnología, en tanto tocan dimensiones fundamentales de la condición humana (capacidad lingüística), pueden escapar del control humano, promueven la renuncia al ingenio y el esfuerzo de aprender, entre otras.

En términos individuales, uno puede situarse donde más le plazca en virtud de sus convicciones ideológicas, asumiendo plácida o críticamente nuestra existencia atravesada por los algoritmos, pero el desafío fundamental es pensar el posicionamiento estratégico del país en el actual desarrollo de los acontecimientos.

En este sentido, un ideario político sólido debería conducirnos a pensar el modo en que la IA puede contribuir a la justicia social, a la soberanía política y a la independencia económica.

 Indagar los atributos de la herramienta construyendo un pensamiento social crítico en función de legitimar sus usos para el logro de dichos fines.

Sin esa orientación estratégica, ingresaremos a la revolución sin tener idea de a dónde nos conduce. Probablemente nadie lo sabe. 

Son tan inciertas las consecuencias sociales, políticas, y culturales, del actual despliegue tecnológico, como cierto es que no podemos posicionarnos frente a ella si no es para promover el bien común.

Hay que tener en claro que estas herramientas no son neutrales, ni sus usos buenos o malos las definen. La sociedad debe discutir la legitimidad de sus usos y el alcance que se les otorguen. 

Si no lo discutimos sobre la base de criterios éticos, los continuarán definiendo las grandes corporaciones en función del lucro, porque en definitiva se trata de eso: un negocio.

“LA BRUJULA DE SADIN”

https://uchile.cl/.imaging/default/dam/imagenes/Uchile/VIDCom/2024/Abril-2024/Eric-Sadin-_-CN_-Fotos-Coni-Rosman18-17--1---1-.jpg/jcr:content.jpg

Uno de los pensadores que ha popularizado la visión apocalíptica sobre la IA es el francés Eric Sadin, recorriendo con agudeza cada uno de los riesgos éticos, morales y humanitarios que provoca la IA.

Eric Sadin, un filósofo y ensayista francés, ha abordado en sus trabajos la relación entre la inteligencia artificial (IA) y la sociedad, destacando una "visión apocalíptica" de la IA. En este ensayo, se analizará la contribución de Sadin a este tema.

Sadin argumenta que la IA está siendo desarrollada sin una reflexión ética profunda, lo que podría llevar a consecuencias catastróficas. Critica la fe ciega en el progreso tecnológico y la creencia de que la IA puede resolver todos los problemas humanos. En su lugar, Sadin propone una visión más crítica y reflexiva sobre el impacto de la IA en la sociedad.

Una de las principales contribuciones de Sadin es la idea de que la IA está cambiando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos entre nosotros. 

Argumenta que la IA está creando una sociedad de "hipervigilancia" y "control", donde los individuos están sometidos a una constante observación y evaluación. Esto, a su vez, puede llevar a una pérdida de privacidad, autonomía y libertad.

Otra contribución importante de Sadin es la crítica a la "ideología de la innovación" que impulsa el desarrollo de la IA. Argumenta que esta ideología prioriza el progreso tecnológico sobre la reflexión ética y la consideración de las consecuencias sociales. Sadin propone una visión más equilibrada, que tenga en cuenta los beneficios y los riesgos de la IA.

Su trabajo nos invita a reflexionar críticamente sobre el impacto de la IA en la sociedad y a considerar las consecuencias éticas y sociales de este desarrollo tecnológico. 

Este punto es fundamental si pretendemos proponer regulaciones, pues se insertarán en un modelo que reproduce desigualdades, excluye a las mayorías y concentra la riqueza de un modo tan vertiginoso que cada dos años nace un neologismo para nombrar a los dueños de las grandes fortunas.

Actualmente, en algunos Congresos del mundo existen pocos proyectos de ley en torno a la inteligencia artificial y que solo van desde la creación de comisiones parlamentarias permanentes para el estudio del asunto, la regulación y/o prohibición de determinados usos (deepfake) y su sanción penal, hasta iniciativas que repiten en letra y espíritu la reciente Ley de IA del Parlamento Europeo, primera legislación integral sobre comercialización y utilización de la IA a nivel global.

Sin embargo, aún no se han consolidado posiciones firmes ni menos aún mayoritarias. La discusión legislativa no ha dado cuenta de la relevancia del asunto.

En este sentido, es preciso impulsar iniciativas que promuevan las capacidades estatales, dotando a los Estados y a través suyo a los gobiernos regionales y municipales, de las herramientas para potenciar las capacidades transformadoras de la IA y mitigar las consecuencias no deseadas de algunos de sus usos.

Es fundamental que las fuerzas del ámbito nacional: los sindicatos, las universidades, las organizaciones y partidos políticos, constituyan un espacio de discusión pública sobre el desarrollo de la IA pensando los desafíos que nos presenta y desarrollando capacidades que nos permitan disponer de reglas para la inserción de la IA en cada sector de nuestra vida común.

Ignorarla o que se nos imponga sin más, no es una opción; negarla y huir despotricando contra el avance deshumanizante de la tecnología moderna, tampoco. 

Por ende, nos queda formarnos, pensar aplicaciones que promuevan el bienestar común y reduzcan los impactos sociales negativos, pues hay que asumir nuestra vida presente y futura transcurriendo en un: ¡ecosistema de inteligencias artificiales para bien o para mal!

¿Y tu querido lector de qué lado estas? 

¿Eres consciente de lo que esta sucediendo con la IA? 

Columna de Opinión escrita por Rafael Quiceno Pulido para Colglobal News. Santiago de Chile, agosto de 2024.

también te puede gustar