Opinión

El Eco de los Estoicos

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Las piedras caídas del foro romano se parecen a las trochas rotas de nuestro campo. Pero no porque el marmolito ese se vea como nuestras calles llenas de barro y guijarros, sino porque, así como esas columnas tan vueltas nada, también nosotros nos paramos sobre patas tambaleantes, pero firmes, aunque el viento sople recio.

Dizque los estoicos eran sabios y que decían que uno tiene que aguantar, que no hay que hacer pataleta por lo que no se puede cambiar. ¡Ajá! Pero a mí que no me vengan con cuentos, que el que aguanta mucho termina jodido y el que calla termina fregado. Si el café se seca, si la vaca se enferma, si la lluvia no cae, ¿qué va a hacer uno? ¡Reclamar, carajo! Que el que no llora no mama, y el que no empuja no llega.

Uno ve la gente así de tranquila, recitando a Marco Aurelio como si la vida fuera de papel y tinta. Pero aquí, en el monte, la vida se trabaja con callos en las manos y sudor en la frente. ¡De qué carajos me sirve a mí que Epicteto haya sido libre en su mente si el hombre igual fue esclavo! ¿Pa' qué tanta filosofía si el hambre no se llena con palabras y el futuro no se espera con los brazos cruzados?

Pero luego, con los años, el cuerpo se cansa de pelearle a la tierra, y el alma se cansa de echar puños al viento. Y ahí, cuando la espalda duele y la mente se apacigua, uno empieza a entender. No es que haya que agachar la cabeza y dejar que lo pisen, no, señor. Es que hay que aprender a soltar la rabia, a entender que hay cosas que no están en las manos de uno. Uno no puede hacer que el sol salga antes ni que la lluvia caiga cuando uno quiere. Lo que sí puede hacer es preparar la tierra pa' cuando el agua llegue, y guardar granos pa' cuando la sequía apriete.

Y ahí es cuando veo que los estoicos no eran tontos. No era aguantar por aguantar, era vivir sin amarrarse el alma a lo que no tiene remedio. ¡Cuánto tiempo gasté renegando, peleando con lo que no podía cambiar! Ahora, cuando miro pa' atrás, veo que la sabiduría no está en la rabia, sino en la calma. En aceptar el sol y la sombra, en trabajar con lo que se tiene y no llorar por lo que falta. Y así, sin darme cuenta, la vida sigue su rumbo y yo sigo de pie, como un árbol que ha visto muchas tormentas, pero sigue echando sombra.

Vamos con dramita:

Título: El Eco de los Estoicos

Personajes:

Marco: Sereno pero con el temple de un arriero curtido, su voz manda sin gritar, como quien ya ha vivido mucho y ha visto de todo.

Séneca: Agudo y directo, con el filo de un cuchillo bien amolado, no pierde el tiempo con vueltas.

Epicteto: Brío de mular bronco, con ojos de quien ha pasado penurias y no se deja amedrentar.

El Forastero: Un alma desbocada, brava pero confundida, buscando norte en medio del zarandeo.

Escenario: Un pueblo viejo en lo alto de la montaña. Calles empedradas, paredes cuarteadas y una iglesia con la campana rota. El sol baña las colinas con su luz dorada, pero las sombras largas dan a entender que el día ya va de bajada.

A continuación el drama:

Parte I: La Lucha del Hombre

Escena 1: La llegada del Forastero (El Forastero entra, sacudiéndose el polvo, con paso recio. Los tres sabios están sentados en bancos de piedra, como viejos parroquianos en la fonda, con un tinto en la mano.)

Forastero: (Con rabia) ¡Dicen que ustedes tienen las respuestas! ¡Que saben cómo darle sentido a esta vida de zancadillas! ¿Es que uno tiene algún poder sobre su destino o ya todo está escrito en un libro que ni podemos leer?

Marco: (Sereno) "Mijo, usted puede patalear todo lo que quiera, pero si no aprende a domar sus pensamientos, nunca será libre. No busque respuestas en el cielo, mírese por dentro."

Epicteto: (Medio sonriendo) "¿Y es que qué es lo que le asusta tanto? ¿El golpe o el miedo que usted mismo se mete en la cabeza?"

Escena 2: El Peso de la Prueba (El viento sopla fuerte, levantando hojas secas y polvo. Se oye el cantar lejano de un gallo.)

Epicteto: (Golpeando el suelo con su bastón) "¡La tormenta no es para quebrarlo, sino para mostrarle de qué está hecho!"

Séneca: (Con mirada afilada) "El fuego no destruye al oro, lo purifica. Así mismo, las desgracias no son para acabarlo, sino para afilarle el carácter."

Escena 3: La Rebeldía contra el Destino (El Forastero se yergue con rabia, sacudiendo los puños al cielo.)

Forastero: ¡Así que tengo que aguantar como mula de carga! ¡Dejar que la vida me coja a correazos!

Epicteto: (Riendo) "No, mijo, usted no está aquí pa’ aguantar callado. Está pa’ pararse después de cada revolcada y seguir andando. Lo que no puede es quedarse quejando."

Escena 4: El Caos y el Orden (El cielo se pone plomizo, amenazando tormenta. Los truenos retumban como un tambor lejano.)

Séneca: "El que sufre antes de tiempo es como el que carga una carreta llena de piedras sin necesidad."

Marco: "No pida justicia del mundo si usted no es justo. Lo que ve afuera es el reflejo de lo que lleva adentro."

Escena 5: La Sabiduría del Instante (Los faroles titilan, proyectando sombras largas. El viento silba entre las rendijas de las puertas mal cerradas.)

Epicteto: "¡Agarre el momento, que el pasado ya fue y el futuro no es suyo!"

Forastero: "Pero es que el mañana me persigue..."

Marco: "Viva hoy o se pasará la vida como alma en pena, siempre esperando algo que nunca llega."

Escena 6: La Verdadera Libertad (La luna brilla con frialdad. Todo parece más claro y más simple bajo su luz blanca.)

Séneca: "Lo que lo ata no es la vida, sino su propia mente. Ningún grillete puede con un alma que se sabe libre."

Epicteto: "¿Quiere grandeza sin esfuerzo? Eso es como querer mazorcas sin sembrar maíz."

Escena 7: La Aceptación Final (Una campana rota deja escapar un eco hueco. Todo se vuelve silencio.)

Forastero: "Si todo está escrito, ¿entonces pa’ qué me esfuerzo?"

Marco: "El destino no es cadenas, es un camino. Uno decide si lo anda con paso firme o se deja arrastrar."

(Las luces se apagan con un soplo del viento. Oscuridad.)

Parte II: La Muerte y el Aprendizaje

Escena 1: El Maestro Silencioso (La noche envuelve el pueblo. En la lejanía, se oye el canto de los grillos.)

Forastero: "La muerte está al acecho, esperándonos en cada sombra..."

Marco: "No la tema. No roba nada, solo devuelve lo que prestó."

Escena 2: La Vanidad de las Preocupaciones (El viento arrastra polvo y hojas secas.)

Séneca: "Usted solito se hace tormentas en la cabeza. La realidad pesa menos que sus miedos."

Epicteto: "¡Teme perder lo que nunca fue suyo!"

Escena 3: La Prisión del Miedo (Un fogón chisporrotea, arrojando destellos sobre los rostros curtidos de los sabios.)

Marco: "La mente es su rancho, y nadie puede entrar sin su permiso."

Forastero: "Pero el miedo me tiene amarrado..."

Séneca: "Las cadenas no son el problema, sino la costumbre de llevarlas."

Escena 4: El Sentido de la Vida (Una ráfaga apaga el fuego. Solo queda la penumbra y el rumor del viento.)

Epicteto: "¡Nada frena al que sabe pa’ dónde va!"

Forastero: "¿Y si estoy perdido?"

Marco: "Despiértese como quien sabe que respirar ya es un triunfo."

Escena 5: El Renacer (La aurora tiñe de oro los tejados del pueblo. Un nuevo día, una nueva oportunidad.)

Forastero: "¡Entonces este viaje sí valió la pena!"

Séneca: "Si el dolor lo talló, no fue en vano."

Escena 6: La Elección Final (El sol asciende, iluminando el sendero.)

Marco: "La vida es lo que usted haga de ella. Escoja bien."

Escena 7: El Guiño a la Muerte (El Forastero suelta una carcajada liberadora.)

Forastero: "¡Si la muerte me guiña un ojo, yo le devuelvo el saludo y seguimos andando!"

(La música explota en un glorioso oh gloria inmarcesible...)

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