Opinión

Desinformación y Control: La Verdadera Lucha por la Verdad

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En la era de la verdad a posteriori, donde la realidad se distorsiona y la verdad se relativiza, es fácil perderse en el laberinto de la desinformación. Pero, ¿qué pasa cuando nos detenemos a reflexionar sobre lo que realmente importa?

Nos encontramos en este punto de inflexión. Cansados de buscar validación en las redes sociales, decidimos dejar de lado nuestros teléfonos y salir a caminar por las calles de cualquier ciudad. Allí, vemos pancartas que dicen "La realidad es un espejo deformante" y nos preguntamos: ¿qué es la verdad en un mundo sobrepoblado de noticias falsas?

A diario nos topamos con personajes misteriosos que nos hablan de la importancia de mirar dentro de nosotros mismos. "La verdad es un espejo roto", nos decimos. "Cada fragmento refleja una parte de la realidad, pero nunca la totalidad".

Nos enteramos tarde de que la búsqueda de la verdad no es un destino, sino un proceso de cuestionamiento, de duda, refutación, exploración... Y que la verdadera libertad no era encontrar la verdad, sino estar dispuestos a jugarnos el cuello por buscarla.

En un ambiente donde la desinformación es la exhibición de poder impúdico, es fácil perderse en el ruido de las miles de noticias. Esto nos recuerda que la verdad está dentro de nuestra estrategia, esperando ser descubierta.

La búsqueda de la verdad es un viaje interior de confrontación reiterada que requiere valentía para decirla y curiosidad sin límite. En un mundo de noticias falsas y realidad deformada, es importante recordar que la verdad no es algo fijo, sino una construcción dinámica que se modifica con cada nueva percepción sobre quién y bajo qué parámetros e intereses se recrea, donde ni siquiera la experiencia puede ser el único bastión a tomar en cuenta, sino el desenmascaramiento constante y fluido.

Difícilmente un banquero adquiere un medio de información para informar sin intención alguna, o un timador del Estado buscará noticias que lo exhiban de cuerpo presente, o menos aún sin tener asegurada la pauta publicitaria "non santa" brindada estratégicamente por chorros de recursos de sus patrocinados y mentores, aunque no falte algún bohemio bucólico que los apoye. Ingenuos quienes piensen lo contrario.

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