En los pueblos, la feligresía a misa, días de feria semanal: algarabía del mercado de las pulgas de San Alejo, ventas al por mayor y al detal, incluyendo cachivaches, frutos de la tierra de labriegos humildes, ¿recuerdan "Lamento Borincano", interpretado por Daniel Santos el Anacobero o por Javier Solís, el mago del bolero ranchero? Bueno, ese será otro tema para más luego.
Hay competencia de mejores atuendos, precios, miradas que se cruzan con menos devoción e ímpetu que temor; emerge el acoso sexual en miles de facetas tipificadas en verbos difusos del código penal, para que allí se aloje todo comportamiento humano, hasta los malos pensamientos, que ya sabemos no delinquen. Aunque el sumario de El Extranjero de Albert Camus desnudó lo contrario. Hoy, como siempre, se distingue según el pronóstico; si es feo y vive en la inmunda es acoso, si es apuesto y bien puesto es un gran seductor. Las apuestas futuras tienen cifradas sus mejores expectativas en la tiranía de domesticar la más mínima capacidad seductora rebelde o un flirteo sutil con el #MeToo, a conveniencia del poder tiránico que gobierne y fabrique leyes.
Mientras suenan las campanas, un funeral, un matrimonio, un bautizo, un negocio, un periódico que llega de la capital destilando sangre, reflejando con morbo, obsoletas y sesgadas ideologías con temores finamente sembrados en varias generaciones. No falta el caco hurtando ganado o un advenedizo vagabundo con su delito bagatela; si te hurtas un celular seguro te lapidan o matan, pero si son miles de millones, o billones para la repartija, te premian hasta con la presidencia de alguna entidad oficial con puerta giratoria a una poderosa firma privada.
La María Magdalena del pueblo todos la conocen y solo algún temerario del campo o algún borracho la corteja.
Cuentan que Diógenes se burlaba de un soldado que cortejaba una prostituta y ante la persistente burla de aquél, éste le increpó por la causa, a lo que Diógenes contestó: "me río porque buscas con ahínco aquello de lo que luego huyes."
En los pueblos, sin dudarlo, hay más inocencia y las plazuelas convocan el espíritu fraterno; la polifonía de voces se mezcla con música, jolgorio y mucha vida. Los entes oficiales roban poco, pero son juiciosos aprendices y van a pasos agigantados. Guardan las mejores expectativas para llegar a asaltar la ciudad.
El baile también adorna y genera ese voyerismo placentero que nos hace soñar despiertos. La pobreza aporrea menos, las distancias entre acaudalados y menesterosos no insultan tanto.
En la ciudad.
Finisemanal depresivo. Aceptando usualmente el débil temple de no madrugar, bombardeo de prensa y noticias sediciosas y mata almas, escándalos distractores, para tapar grandes negociados, hasta el atardecer, tomar partido con apasionado desencanto. Seguir los preferidos escritores y columnistas, sin atisbar los opuestos, que en síntesis requiere el engranaje para alimentar ese tejemaneje de vasta divulgación en medios digitales.
¿Cuál feligresía? Múltiples catedrales góticas vacías, los que asisten oran de veras. Los burdeles abundan a más no poder, aunque con más oferta que demanda y adornados con variada clase de géneros, cada día crece más la desmesura y surge otra. La inundación de drogas, en desmesurada oferta. No sé por qué se rasgan las vestiduras prohibiéndolas si se consiguen en todas partes y el sistema de salud siempre anduvo distraído ignorando estos prisioneros que perdieron voluntariamente su libre albedrío, hacinando cárceles y congestionando los juzgados con más bagatelas. ¡Ah ya! Ese discurso da seguidores y votos, y los votos cargos públicos. Doble moral a granel.
Mientras tanto, los grandes traquetos y narcotraficantes, hoy en atuendos sin radar, posan de dignos emprendedores, son aspirantes firmes a ser erigidos como estandartes de la nación y dignos de emular.
Es la ciudad donde pulula el hikikomori, descrito como un fenómeno psicopatológico y sociológico en el que las personas se retiran completamente de la sociedad. En sus cárceles voluntarias, los asociales pasan a uso de buen retiro temprano durante tiempos indefinidos, pudiendo llegar a estar años enclaustrados. Violencia, zozobra, extorsiones alimentadas con el adefesio de sim card sin identificación -alimento de oferta criminal-, crímenes que hacen renuente a la comunidad a comunicaciones reales, formando islotes humanos, viviendo en torno al uso del Internet y renovadas tecnologías desamparados por un sistema educacional rústico, rígido, rudimentario, obsoleto, con escasas oportunidades de empleo, uso masivo del internet y juegos online.
Fue un domingo más para escribir desde una celda entronizada en una torre de marfil sobre trashumantes y transeúntes que intentamos no exhibir nuestro espíritu subterráneo.