El calor que emite el cuerpo humano regularmente se disipa en la atmósfera, desaprovechando una gran oportunidad para la generación de energía. Cada pie cuadrado del cuerpo humano desprende calor equivalente a aproximadamente 19 fósforos encendidos por hora. En este contexto, un grupo de investigadores de la Universidad de Limerick y la Universidad de Valencia ha desarrollado una innovadora tecnología para convertir este calor residual en electricidad de manera sostenible.
La tecnología emplea lignina, un subproducto de la industria papelera, y se basa en el efecto termoeléctrico, donde la diferencia de temperatura genera un potencial eléctrico. Este método es altamente eficaz para convertir el calor residual generado a temperaturas de menos de 200°C en electricidad. Dado que aproximadamente el 66% del calor residual industrial se encuentra en este rango de temperatura, esta tecnología representa una importante oportunidad para mejorar la eficiencia energética.
El mecanismo de conversión es ingenioso y se realiza mediante membranas basadas en lignina sumergidas en una solución salina. La diferencia de temperatura en estas membranas provoca un movimiento de iones: los iones positivos se desplazan hacia el lado más frío, mientras que los negativos se dirigen hacia el lado más caliente, creando una diferencia de potencial eléctrico aprovechable. Este proceso convierte el calor residual en energía eléctrica de forma eficaz y sostenible.
Además de capturar la energía, es crucial almacenarla adecuadamente. Los supercapacitores, dispositivos conocidos por su capacidad para almacenar energía, pueden emplear carbono poroso derivado de lignina como electrodos. Esta característica permite una rápida carga y descarga de electricidad, presentando una alternativa sostenible a los materiales convencionales derivados de combustibles fósiles.
La tecnología tiene amplias aplicaciones potenciales. Podría utilizarse en dispositivos portátiles como relojes inteligentes y rastreadores de fitness, en la alimentación de sensores y dispositivos ubicados en áreas remotas, y en la generación de energía sostenible para edificios e infraestructuras.
Este avance subraya la importancia de aprovechar el calor residual no sólo procedente del cuerpo humano, sino también de procesos industriales, contribuyendo así a mejorar la eficiencia energética y fomentar un entorno más sostenible. La utilización de materiales como la lignina marca un avance significativo hacia soluciones energéticas más ecológicas y accesibles. El cuerpo humano puede emitir entre 100 y 120 vatios de calor en reposo, una cantidad suficiente para alimentar pequeños dispositivos electrónicos si se aprovecha adecuadamente.