Durante casi una década, Park Jung-oh, un desertor norcoreano, ha estado enviando botellas de plástico llenas de arroz, unidades USB y medicinas a Corea del Norte. Esta iniciativa humanitaria tiene como objetivo proporcionar ayuda a quienes más lo necesitan en el país aislado, a pesar de las prohibiciones y desafíos impuestos tanto por Corea del Norte como por Corea del Sur. Park y otros activistas utilizan las corrientes oceánicas para enviar estos suministros, esperando que lleguen a las manos de los norcoreanos necesitados.
La labor de Park no es única. Otros desertores norcoreanos y grupos de activistas también preparan paquetes de ayuda, que incluyen alimentos y medicinas, destinados a Corea del Norte. Estos actos de solidaridad se realizan en medio de tensiones crecientes entre las dos Coreas. Los activistas enfrentan no solo los desafíos logísticos y de seguridad, sino también las represalias potenciales del régimen norcoreano y las restricciones impuestas por el gobierno surcoreano.
El gobierno de Corea del Sur ha tomado medidas legales contra estos activistas, acusándolos de enviar materiales no autorizados a Corea del Norte mediante globos. Esta acción ha intensificado las tensiones entre las dos Coreas, destacando la división política y los conflictos en la región. A pesar de estas restricciones, los activistas continúan con sus esfuerzos, motivados por el deseo de ayudar a sus compatriotas en el Norte.
En respuesta a estas iniciativas, Corea del Norte ha lanzado su propia campaña de propaganda, enviando folletos críticos hacia Corea del Sur y los desertores norcoreanos. Este intercambio de propaganda ha exacerbado aún más las tensiones, creando un clima de hostilidad y desconfianza mutua en la península coreana.