En octubre de 2024, Valencia sufrió inundaciones devastadoras que causaron la muerte de más de 200 personas y dejaron a cientos de miles sin acceso a agua potable, electricidad y alimentos. Aunque el 90% de las 850,000 personas afectadas recuperaron el acceso al agua potable poco después, se les advirtió que debían hervirla o utilizar agua embotellada, debido a la grave crisis de saneamiento que se desencadenó tras la destrucción de 100 plantas de tratamiento de aguas residuales.
Antes de estas inundaciones, Valencia ya estaba enfrentando una sequía prolongada, con 40 meses seguidos de precipitaciones por debajo de la media. Los agricultores de Cataluña, como Roser Albó Garriga, han enfrentado una severa escasez de agua, reportando que no tenían suficiente ni para el riego ni para el consumo personal. Las lluvias torrenciales, en lugar de aliviar la sequía, han agravado la situación.
En medio de esta crisis, empresas multinacionales como Nestlé y Danone han seguido extrayendo millones de litros de agua de la misma tierra donde los residentes enfrentan restricciones. En Cataluña, se han otorgado 27 licencias de extracción de agua a estas compañías. Un activista local, Carles Lumeras, estima que solo cuatro plantas de embotellado en la región de Montseny extraen 5.6 millones de litros de agua al día, lo que suma un total anual de 1.8 mil millones de litros.
Roser Albó Garriga, al igual que muchos otros residentes, se ha visto obligado a comprar agua embotellada, gastando aproximadamente €67 al mes en 24 botellas de 5 litros cada una. Esta carga financiera impacta de manera significativa en la economía de las familias afectadas. A pesar de la emergencia de sequía declarada por las autoridades catalanas en febrero de 2024, que impuso restricciones de agua a la población, no se aplicaron límites similares a las empresas embotelladoras.
En localidades como Hostalric y Gualba, se han implementado medidas drásticas para asegurar el suministro de agua. En Hostalric, se conectó el suministro a una planta de desalinización ubicada a 20 km de distancia. Mientras tanto, en Gualba, el consejo local tuvo que comprar agua embotellada, lo que tensionó aún más sus recursos.
El mercado global de agua embotellada ha crecido exponencialmente, alcanzando las ventas de 408 mil millones de litros en 2023 y proyectando llegar a 425 mil millones en 2024, con ingresos globales de $312 mil millones.
En respuesta a esta situación, los residentes de diversas localidades, como Dúrcal, han comenzado a organizarse y protestar. Hasta la fecha, han recolectado 30,000 firmas en una petición contra las plantas embotelladoras, evidenciando su frustración y su lucha por un acceso justo a los recursos hídricos.
La crisis hídrica que enfrenta España expone un conflicto creciente sobre la gestión del agua, donde las comunidades locales luchan por acceder a un recurso vital, mientras que las empresas multinacionales continúan extrayendo y comercializando el agua de sus tierras.