Un nuevo inventario global de la University College London (UCL) ha arrojado luz sobre la creciente preocupación por la contaminación del aire derivada de las actividades espaciales, documentando datos sustanciales sobre lanzamientos y reentradas espaciales entre los años 2020 y 2022. Según el informe, se registraron 446 lanzadores y 3,622 objetos que reentraron en la atmósfera terrestre, generando aproximadamente 12,000 toneladas de contaminación.
En el año 2022, la utilización de 63,000 toneladas de propelentes de cohetes fue un factor clave que contribuyó a la contaminación del aire. Los tipos de contaminantes generados varían según el propelente utilizado e incluyen partículas de hollín, óxidos de aluminio, óxidos de nitrógeno, cloro, vapor de agua y dióxido de carbono. Específicamente durante las reentradas, el calor extremo provoca la combinación de oxígeno y nitrógeno atmosféricos, formando más óxidos de nitrógeno y generando partículas de óxido metálico.
Históricamente, entre finales de la década de 1960 y 2016, se lanzaban al espacio entre 100 y 200 objetos anualmente. No obstante, el advenimiento de megaconstelaciones de satélites, como Starlink y OneWeb, ha aumentado significativamente estos números desde 2019. Este incremento ha llevado a una mayor cantidad de material regresando a la Tierra, incluyendo partes de cohetes y satélites obsoletos.
Los cohetes, al liberar estos contaminantes, tienen un impacto climático considerable. El hollín liberado en la alta atmósfera puede persistir durante varios años, contribuyendo al calentamiento global hasta 500 veces más que el hollín de la aviación o fuentes terrestres. Además, partículas de óxido de aluminio y óxidos de nitrógeno son perjudiciales para la capa de ozono estratosférica, que actúa como un escudo contra la radiación ultravioleta del sol.
Para la realización de este estudio, el equipo de la UCL tuvo que recurrir a diversas fuentes de información. Estas incluyeron transmisiones en vivo de lanzamientos y bases de datos mantenidas por entusiastas del espacio, dado que muchas agencias espaciales y fabricantes de cohetes mantienen esta información bajo control riguroso.
Este inventario subraya la necesidad de abordar la contaminación espacial y sus impactos ambientales, proponiendo posibles medidas para mitigar estos efectos. La creciente actividad espacial, impulsada por el auge de megaconstelaciones, exige una reflexión seria sobre cómo equilibrar el progreso tecnológico con la sostenibilidad ambiental.
Las políticas futuras deberán considerar regulaciones más estrictas sobre los propelentes utilizados y la gestión de residuos espaciales, así como el diseño de tecnologías más limpias y eficientes para reducir la huella ambiental de la industria aeroespacial.