Un estudio publicado en la revista eClinicalMedicine, liderado por el Dr. Abidemi Otaiku, ha revelado una posible relación entre la frecuencia de pesadillas y un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en adultos tanto de mediana como de mayor edad. El análisis se basó en datos obtenidos de tres cohortes poblacionales en Estados Unidos, que incluyeron a 605 adultos de mediana edad, con una media de 50 años, y 2,600 adultos mayores, con una media de 83 años.
El estudio encontró que los adultos de mediana edad que reportaron sufrir pesadillas semanalmente tenían un riesgo cuatro veces mayor de experimentar deterioro cognitivo en la década siguiente (OR ajustado = 3.99; IC 95%: 1.07-14.85). En cuanto a los adultos mayores, aquellos que reportaron pesadillas con la misma frecuencia presentaban un riesgo 2.2 veces mayor de ser diagnosticados con demencia (OR ajustado = 2.21; IC 95%: 1.35-3.62).
La duración del seguimiento fue de un promedio de 9 años para los adultos de mediana edad y de 5 años para los adultos mayores. Una de las observaciones más notables del estudio fue la marcada diferencia en el riesgo entre hombres y mujeres. En los hombres mayores, las pesadillas semanales se asociaron con un riesgo cinco veces mayor de desarrollar demencia, mientras que en las mujeres, el riesgo incrementó en un 41%.
Los datos también indicaron que aproximadamente el 5% de los adultos experimentan pesadillas semanalmente, y entre el 12% y el 40% las experimentan mensualmente. Estas pesadillas recurrentes, según el estudio, son tratables y el tratamiento ha demostrado reducir la acumulación de las proteínas anormales asociadas con la enfermedad de Alzheimer.
Además, el estudio sugiere la necesidad de investigar si las pesadillas en jóvenes también están vinculadas al riesgo de demencia y explorar otras características de los sueños que podrían servir como predictores del desarrollo de esta condición degenerativa.
Las implicaciones clínicas de estos hallazgos subrayan la importancia de la detección y tratamiento de las pesadillas como una posible estrategia para prevenir el deterioro cognitivo y la demencia en adultos.