La crisis de sequía en Estados Unidos está alcanzando niveles nunca antes vistos en la historia reciente. Actualmente, 49 de los 51 estados, con excepción de Alaska y Kentucky, están experimentando diversos grados de sequía. De acuerdo con los datos más recientes, más del 54% de la superficie de los 48 estados contiguos se encuentra bajo estas condiciones, afectando a más de 150 millones de personas, de las cuales 149.8 millones residen en estos estados.
La extensión y severidad de la sequía han mostrado un aumento dramático del 34% desde la semana pasada y más del 150% en comparación con el mes anterior. La agricultura ha sufrido un golpe considerable con más de 318 millones de acres de cultivos afectados, representando un incremento del 57% en comparación con el mes pasado.
El principal impulsor de estas sequías es el calentamiento global, inducido principalmente por la quema de combustibles fósiles. Este fenómeno ha llevado a un desbalance sin precedentes en el ciclo del agua global, influyendo en la escasez de agua que afecta a cerca de 3 mil millones de personas a nivel mundial.
El impacto económico de las sequías es significativo. Ya en 2022, California reportó pérdidas de 1.7 mil millones de dólares en ingresos agrícolas debido a la sequía. Además, las condiciones áridas están reduciendo los niveles de agua en ríos y vías fluviales, dificultando el transporte acuático y elevando los costos de transporte, lo que a su vez incrementa los precios para los consumidores.
Ante esta situación, las autoridades están tomando medidas para mitigar los efectos adversos. Eric Adams, alcalde de Nueva York, ha exhortado a los residentes a utilizar el agua de manera más eficiente y reducir el riego de jardines. A nivel nacional, se prevé un aumento en la dependencia del agua subterránea, que constituye más del 40% del agua utilizada tanto en la agricultura como en los hogares.
Dada la gravedad de la situación, persiste una urgente necesidad de un cambio en las precipitaciones para comenzar a aliviar la crisis que afecta tanto a la economía como a los recursos hídricos de EE. UU. Los líderes locales y estatales continúan implementando estrategias para enfrentar esta emergencia, mientras se buscan soluciones a largo plazo para combatir el cambio climático y sus efectos devastadores.