En la historia del catolicismo, el término modernismo se refiere a la tendencia intelectual que considera a la Iglesia y sus dogmas como instituciones humanas influenciadas por el contexto histórico y cultural, y no como verdades reveladas infalibles.
Esto ha generado una crisis de fe dentro de la Iglesia, con algunos sectores cuestionando la autoridad del magisterio y la infalibilidad papal.
El Papa Pío X condenó categóricamente el modernismo en 1907, definiéndolo como “el conjunto de todas las herejías”. Sin embargo, después del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha reducido sus pronunciamientos contra el modernismo, lo que ha generado una sensación de confusión y desorientación entre los fieles.
En este contexto, figuras como el cardenal Carlo Maria Martini, miembro del Grupo de San Galo, promovieron una visión más flexible y adaptada a los tiempos modernos. Martini, quien fue considerado un posible candidato al papado, expresó su escepticismo sobre la existencia de los demonios y la práctica del exorcismo. En su opinión, los exorcismos eran más una cuestión de psicología que de fe. ¡Tan poca fe tenía!
El padre Gabriele Amorth, exorcista y crítico del modernismo, denunció la infiltración masónica en la Iglesia y defendió la tradición católica. Amorth consideraba que la negación de la existencia de los demonios y la negación de la práctica del exorcismo era una clara señal de la influencia modernista en la Iglesia y no exageró en señalar la influencia del maligno, obviando los evangelios.
¿Recuerdan la anécdota que nos refiere en múltiples escritos y videos sobre un cardenal que desestimaba al demonio y su expulsión, y de contera los evangelios que los enunciaban? Helo aquí.
El cardenal Carlo María Martini (1927-2012) fue un oponente del padre Gabriele Amorth. Aunque no fue un enemigo declarado, tuvieron desacuerdos significativos en cuanto a la interpretación de la doctrina católica y la práctica del exorcismo.
El cardenal Martini, jesuita y arzobispo de Milán, era conocido por su enfoque progresista y reformista dentro de la Iglesia Católica. Por otro lado, el padre Amorth era un defensor de la tradición y la ortodoxia católica.
Algunos puntos de desacuerdo:
1. Interpretación de la doctrina católica: Martini abogaba por una interpretación más flexible y adaptada a los tiempos modernos, mientras que Amorth defendía la tradición y la autoridad magisterial.
2. Exorcismos: Martini era escéptico respecto a la práctica de los exorcismos y consideraba que muchos casos podrían explicarse por trastornos psicológicos o psiquiátricos. Amorth, por el contrario, creía firmemente en la realidad de la posesión demoníaca.
3. Enfoque pastoral: Martini enfatizaba la importancia de la compasión y la misericordia en la pastoral, mientras que Amorth consideraba que la Iglesia debía ser más firme en la defensa de la doctrina y la moral.
Otros cardenales que también tuvieron desacuerdos con el padre Amorth incluyen al Cardenal Walter Kasper y el Cardenal Karl Lehmann.
Es importante destacar que estos desacuerdos no necesariamente implicaban una enemistad personal, sino más bien diferencias en la interpretación y la aplicación de la doctrina católica.
El arzobispo Carlo Maria Viganò, conocido por ser un aliado de los llamados cardenales "dubia", que han desafiado públicamente al papa Francisco por su "liderazgo informal" crítico del Papa Francisco y defensor de la tradición católica, ha denunciado la existencia de una “mafia” dentro de la Iglesia que busca promover el modernismo y desacreditar a los que se oponen a él. Viganò ha acusado al Grupo de San Galo, del que Martini fue miembro, de conspirar para elegir al Papa Francisco y promover la agenda modernista.
Para mayor información, leer “La Mafia de San Galo”, libro de Julia Meloni.
La crisis del modernismo ha llevado a la aparición de diversas tendencias dentro de la Iglesia, como la teología de la liberación, bastante conocida y referida a esa corriente teológica cristiana integrada por varias vertientes católicas y protestantes, nacida en América Latina en la década de 1960 tras la aparición de las Comunidades Eclesiales de Base, el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la Conferencia Episcopal de Medellín (1968), que se caracterizó por considerar que el Evangelio exige la opción preferencial por los pobres y por recurrir a las ciencias humanas y sociales para definir las formas en que debe realizarse dicha opción.
También está la teología queer, que se apoya en el principio de que la diversidad de géneros y orientaciones sexuales ha estado siempre presente en la historia humana, incluida la Biblia, que en un momento estuvo separada en dos teologías: la teología gay y la teología lesbiana. Más tarde, los dos se fusionarían para convertirse en el término más inclusivo de teología queer; y la ecoteología, que articula la fe y la teología en las distintas religiones, para cuestionar al hombre actual y proponerle una regulación que lo lleve al cuidado del planeta y a un desarrollo sostenible, auténticamente humano, protector de la madre tierra mediante el buen uso de los recursos naturales.
Estas cuestionan las doctrinas tradicionales de la Iglesia. Esto ha generado una sensación confusa entre los fieles y ha planteado preguntas sobre la autoridad y la infalibilidad de la Iglesia.
En este escenario, la figura del cardenal Sebastiano Baggio, acusado de masonería y de promover el modernismo dentro de la Iglesia, se convirtió en un ejemplo de la complejidad y la profundidad de la crisis.
Baggio fue un destacado líder en la Iglesia y su supuesta afiliación a la masonería ha generado aún gran debate y reflexión.
Sebastiano Baggio fue un líder en la Iglesia Católica Romana, desempeñándose como Presidente de la Comisión Pontificia para la Ciudad del Vaticano desde 1984 hasta 1990 y como Prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos desde 1973 hasta 1984.
Pero previamente fue secretario de la Comisión Preparatoria y Secretario de la Secretaría General del Concilio Vaticano II.
Mencionado como uno de los miembros del Grupo de San Galo, un grupo de cardenales que se reunían anualmente en St. Gallen, Suiza, para discutir temas relacionados con la Iglesia Católica y la elección del Papa.
Este Grupo de San Galo estaba formado por cardenales progresistas que buscaban reformas en la Iglesia Católica. Algunos de los miembros más destacados del grupo incluyeron:
• Carlo Maria Martini
• Achille Silvestrini
• Basil Hume
• Walter Kasper
• Godfried Danneels
• Adolfo Antonio Suárez Rivera
Y se ha enunciado a Jorge Mario Bergoglio (posteriormente Papa Francisco), aunque si bien no como integrante pleno, sí elegido entre los de sus afectos y contado como papable por ellos, brindándole su apoyo e influyendo en la elección del Papa Francisco en 2013.
Sin embargo, es importante destacar que la existencia y actividades del grupo no estaban oficialmente reconocidas por la Iglesia.
En resumen, la crisis del modernismo dentro de la Iglesia Católica es un tema complejo y controvertido que ha generado una gran cantidad de debates y reflexiones. La visión del cardenal Martini sobre la no creencia del exorcismo es solo un ejemplo de la diversidad de opiniones y creencias que existen dentro de la Iglesia, y que plantean preguntas sobre la autoridad y la infalibilidad de la institución.
Ha habido casos documentados de cardenales y otros altos funcionarios de la Iglesia Católica que han sido miembros de la masonería:
1. Cardenal Rampolla del Tindaro (1843-1913): Fue Secretario de Estado del Vaticano y fue acusado de ser masón.
2. Cardenal Mariano Rampolla (1859-1938): Primo del anterior, también fue acusado de masonería.
3. Cardenal Egano Righi-Lambertini (1906-2000): Fue acusado de ser masón en la década de 1970.
4. Cardenal Sebastiano Baggio (1913-1993): Aunque no hay pruebas concluyentes, algunos autores lo han relacionado con la masonería.
5. Cardenal Achille Silvestrini (1923-2019): Fue acusado de ser masón por algunos autores y era quien dirigía al momento de la elección de Bergoglio como Papa el grupo de San Galo.
Es importante destacar que la Iglesia Católica ha condenado la masonería en varias ocasiones, considerándola incompatible con la fe católica. La pertenencia a esta es considerada un delito canónico.
Edouard Gagnon fue un cardenal canadiense que jugó un papel importante en la Iglesia Católica durante el siglo XX. Fue presidente de la Pontificia Comisión para la Familia y presidente de la Comisión Pontificia para la Interpretación Auténtica del Código de Derecho Canónico. Gagnon es conocido por sus investigaciones y descubrimientos sobre la infiltración masónica en la Iglesia Católica, especialmente en la Curia Romana. En su libro “Nubes sobre la Iglesia”, Gagnon reveló información sobre la presencia de masones en la Iglesia y su influencia en la toma de decisiones.
Entre los hallazgos de Gagnon se incluyen:
1. La existencia de una red de masones dentro de la Iglesia, que incluía sacerdotes, obispos y cardenales.
2. La infiltración masónica en la Curia Romana, especialmente en la Secretaría de Estado.
3. La influencia de la masonería en la política eclesiástica y en la toma de decisiones.
4. La relación entre la masonería y el modernismo dentro de la Iglesia.
Gagnon también denunció la falta de acción por parte de la jerarquía eclesiástica para abordar este problema y la necesidad de una mayor transparencia y responsabilidad dentro de la Iglesia. Es importante destacar que los hallazgos de Gagnon han sido objeto de debate y controversia dentro de la Iglesia, y algunos han cuestionado la precisión de sus afirmaciones. Sin embargo, se supo del constante acceso y robo de sus investigaciones y equipos logísticos, lo que lo obligó a recomenzar de cero. Su trabajo ha contribuido a la discusión sobre la influencia de la masonería en la Iglesia y la necesidad de una mayor vigilancia y acción para proteger la integridad de la institución.
Gagnon creía en la existencia de demonios y en la práctica del exorcismo. De hecho, fue un defensor de la tradición católica en cuanto a la lucha contra el mal y la influencia diabólica. En su libro “Nubes sobre la Iglesia”, Gagnon habla sobre la importancia de la oración y la lucha espiritual contra el mal, y menciona la práctica del exorcismo como una forma de liberar a las personas de la influencia diabólica.
Además, Gagnon fue un amigo y colaborador del padre Gabriele Amorth, quien fue el exorcista oficial de la Diócesis de Roma y un experto en demonología. Ambos compartían la convicción de que la lucha contra el mal es una parte fundamental de la misión de la Iglesia.
Pero si desean examinar aún más el coraje y el periplo de Gagnon, lean “Asesinato en Grado 33”, escrito por su discípulo, también sacerdote de alto vuelo espiritual y coraje, Charles Murr.
Este modernismo en la Iglesia y la secularización llevaron, en el Concilio Vaticano II, a múltiples reformas al garete, con coletazos tales como cercenar de tajo una oración insignia que se refiere a San Miguel Arcángel, la cual se recitaba al final de la Santa Misa, compuesta por el Papa León XIII en 1884, para pedir la protección del arcángel San Miguel contra el mal y la influencia diabólica.
La oración dice así:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro protector contra la maldad y las asechanzas del demonio. Reprímelo, Dios, con tu poder, para que no pueda hacer daño a la Iglesia de Dios ni a las almas que buscan hacer el bien. Amén.”
La eliminación fue un cambio introducido por la reforma litúrgica, específicamente en el documento “Sacrosanctum Concilium” (1963). Algunos argumentan que fue un grave error, al reducir la atención sobre la lucha espiritual contra el mal, la devoción a San Miguel Arcángel y una tradición litúrgica importante.
Dicho Concilio II, además, para algunos, alteró y, como una garra de buitre feroz, mutiló la oración original central de la liturgia: el “Padre Nuestro”, que enunciaba: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Esta fue eliminada de la liturgia católica en 1966, justificándola paladinamente en que era una traducción más precisa, según los expertos en lengua griega y latina, considerando que la traducción original de la oración en griego se traducía más precisamente como “perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, lo cual solo fue bajo el pretexto de una claridad teológica meridiana, al enunciarse la palabra “deudas” (en latín, “debita”), que podía ser malinterpretada en el contexto moderno, ya que se asociaba más con deudas financieras que con ofensas morales, y así se estandarizaba dicha oración.
El cambio fue aprobado por el Concilio Vaticano II en el documento “Sacrosanctum Concilium” (1963) y fue implementado en la liturgia católica en 1966. Sin embargo, algunas comunidades cristianas, como la Iglesia Ortodoxa, no acataron esta modificación y siguen utilizando la versión original de la Oración del Padre Nuestro con la frase “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Esta versión es comúnmente usada en las oraciones reiteradas durante las peregrinaciones a la Virgen de Medjugorje.
La eliminación de “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” pudo deberse a razones políticas y sociales relacionadas con la imagen de los judíos como prestamistas. A lo largo de la historia, los judíos han sido asociados con la usura y el préstamo de dinero a intereses, lo que ha generado resentimiento y antisemitismo en algunas sociedades. La Iglesia Católica había contribuido a esta percepción negativa en el pasado, por lo que buscaba distanciarse de la historia del antisemitismo. La eliminación de la frase “deudas” podría haber sido una forma de evitar cualquier interpretación que reforzara estereotipos negativos sobre los judíos.
El Concilio Vaticano II también abordó la cuestión del antisemitismo y la relación entre la Iglesia y el pueblo judío en el documento “Nostra Aetate” (1965). En este documento, la Iglesia rechazó cualquier forma de antisemitismo y afirmó que los judíos no debían ser considerados responsables de la muerte de Jesucristo.
Dime quien se beneficia y te diré quien lo ideó.
No es inusual que algunos grandes líderes masones sean católicos descendientes de judios: Eliphas Levi o Albert Pike.
Es importante destacar que la decisión de eliminar la frase “deudas” fue un proceso complejo que involucró muchos factores, incluyendo estudios bíblicos y teológicos, consideraciones litúrgicas y pastorales, así como relaciones ecuménicas e interreligiosas.
Aunque la eliminación de la frase “deudas” puede haber tenido razones políticas y sociales, también refleja la evolución de la comprensión teológica y la sensibilidad de la Iglesia hacia la diversidad y la inclusión.
Por otro lado, Gabriele Amorth, un conocido exorcista y sacerdote católico, tenía una opinión crítica sobre el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio. Amorth expresó su desacuerdo con algunas de las políticas y enfoques de Bergoglio, especialmente en lo relacionado con la reforma eclesiástica y la relación con la tradición católica. También criticó cómo Bergoglio manejaba la cuestión de la comunión para los divorciados y vueltos a casar, considerándola una “herejía”. Además, se mostró escéptico sobre la orientación de Bergoglio hacia una Iglesia más inclusiva y flexible, considerándola una forma de “relativismo”.
Es importante señalar que Amorth era un defensor de la tradición católica y se oponía a cualquier cambio que considerara una desviación de la doctrina católica.
En un intento de ser objetivos, la evaluación de si Bergoglio es un buen representante del Grupo de San Galo es muy subjetiva y depende de la perspectiva de cada persona. Sin embargo, se pueden resaltar algunos aspectos:
Coincidencias con el Grupo de San Galo:
1. Reforma Eclesiástica: Bergoglio ha implementado reformas en la Iglesia Católica, como la centralización de la autoridad y la promoción de la colegialidad, que están en línea con los objetivos del Grupo de San Galo.
2. Enfoque en la justicia social: Bergoglio ha enfatizado la importancia de la justicia social y la lucha contra la pobreza, lo que coincide con la visión del Grupo de San Galo.
3. Diálogo interreligioso: Bergoglio ha promovido el diálogo interreligioso y la cooperación con otras religiones, un objetivo también presente en el Grupo de San Galo.
Diferencias con el Grupo de San Galo:
1. Ortodoxia doctrinal: Aunque Bergoglio ha sido criticado por algunos conservadores por su enfoque en la misericordia y la compasión, sigue siendo fiel a la doctrina católica, lo que podría no estar completamente alineado con la visión más liberal del Grupo de San Galo.
2. Estilo de liderazgo: Bergoglio ha demostrado un estilo de liderazgo más descentralizado y participativo, lo que podría no ser exactamente lo que el Grupo de San Galo había previsto.
Críticas y controversias:
1. Acusaciones de herejía: Algunos conservadores han acusado a Bergoglio de herejía por su enfoque en la misericordia y la compasión.
2. Críticas a la reforma eclesiástica: Algunos han criticado la reforma eclesiástica de Bergoglio por ser demasiado centralizada y autoritaria.
En resumen, Bergoglio representa algunos aspectos del Grupo de San Galo, como la reforma eclesiástica y la justicia social, pero también tiene diferencias significativas en términos de ortodoxia doctrinal y estilo de liderazgo. La evaluación de su representatividad depende de la perspectiva individual.
A pesar de sus detractores, como Carlo María Viganò, el ex nuncio apostólico de los Estados Unidos, de quien Gabriele Amorth tenía una muy buena opinión, Amorth compartía con Viganò preocupaciones sobre la dirección de la Iglesia Católica bajo el liderazgo del Papa Francisco. En 2018, Amorth expresó su apoyo a Viganò después de que este publicara una carta abierta acusando al Papa Francisco de haber conocido sobre los abusos sexuales del ex cardenal Theodore McCarrick y de no haber tomado medidas suficientes.
Amorth consideraba que Viganò era un “hombre honesto y valiente” que había denunciado la corrupción dentro de la Iglesia. Ambos compartían una crítica a la jerarquía eclesiástica por su manejo de los casos de abuso sexual y su falta de transparencia. Viganò también se ha opuesto a algunas de las políticas y enfoques de Bergoglio, especialmente en lo relacionado con la reforma eclesiástica y la relación con la tradición católica.
En resumen, Gabriele Amorth apoyaba a Carlo María Viganò en su denuncia de la corrupción dentro de la Iglesia y compartía preocupaciones sobre la dirección de la Iglesia bajo el liderazgo del Papa Francisco.
Dios, en su misericordia, ilumina a la Iglesia. Todos sabemos que el demonio odia con ferocidad al Papa más que a nadie, pero en su infinita misericordia, también Dios ilumina al sumo pontífice y le otorga fuerzas inquebrantables y renovadas.
El Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, ha demostrado una postura interesante frente a los exorcistas y el exorcismo en general, dándoles reconocimiento a la existencia del mal. Ha enfatizado la importancia de reconocer la existencia de este y la influencia del demonio en el mundo. En su libro “El Pueblo de Dios en caminata”, escribió que “el demonio existe y actúa en el mundo”.
En 2014, Bergoglio autorizó la creación de la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), que reúne a exorcistas católicos de todo el mundo, dándole un respaldo al padre Gabriele Amorth y reconociendo la necesidad de los exorcismos.
En 2018, Bergoglio afirmó que “el exorcismo es una práctica necesaria en la Iglesia” y que “los exorcistas son necesarios para liberar a las personas del maligno”. Sin embargo, también ha enfatizado la importancia de la cautela y la prudencia en la práctica del exorcismo, señalando que “no todos los problemas tienen una causa demoníaca” y que “es importante distinguir entre la acción del demonio y las enfermedades mentales”. Ha afirmado que “la oración es el mejor exorcismo” y que “la fe es la mejor arma contra el demonio”.
En 2020, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó una nueva edición del Ritual de Exorcismos, que refleja la postura de Bergoglio sobre la importancia del exorcismo y la necesidad de cautela y prudencia.
Finalmente, Carlo María Viganò, el ex nuncio apostólico de los Estados Unidos, no ha sido expulsado ni excomulgado oficialmente por la Iglesia Católica. Aunque Viganò ha realizado críticas y generado controversias, la Santa Sede no ha tomado medidas formales contra él, como la excomunión o la expulsión del sacerdocio.
En realidad, en enero de 2022, el Vaticano confirmó que Viganò sigue siendo un arzobispo católico en buen estado, aunque ya no ocupa cargos oficiales en la Iglesia. Para quienes no saben quién es Viganò, fue uno de los pocos altos jerarcas de la Iglesia Católica que apoyaron, no solo espiritualmente, sino materialmente, con ayudas y fondos, a Mel Gibson para la realización de la aclamada película “La Pasión de Cristo”.
Por sus frutos los conoceréis.
¿Cansados? La batalla espiritual no debe parar jamás y amerita cada vez más denodado esfuerzo y un menos facilismo que trae herencias que no cicatrizan fruto de la secularización. Transigir es un buen paraguas pero muy mal techo.