Uno de los objetivos de la educación, además del aprendizaje de la información, es también la posibilidad de desarrollar un espíritu crítico que lleve al alumno a desarrollar habilidades para procesar esa información que obtiene, y realizar de esta manera un proceso de aprovechamiento de la misma, que le permita producir su propio criterio para ampliar los factores aprendidos y aportar al proceso creativo.
Para ello hay que comenzar por forjar mentes atentas y además dispuestas a introducirse en esquemas de aprehensión del conocimiento, no solo a través de las clases magistrales, sino de las lecturas que llevan a la profundización de las ideas, con miras a poderlas proyectar.
Preocupa enormemente que en la más reciente medición de las pruebas Pisa, el factor del pensamiento creativo haya aparecido con una muy baja percepción, pues en Colombia sólo uno de cada diez estudiantes estuvo en capacidad de pensar ideas originales y diversas, mientras que el promedio para los países de la Ocde es de cinco de cada diez.
La comprensión de lectura es una tarea siempre pendiente. A los profesores les ha hecho mucha falta empoderarse de ese compromiso, para entrar a percibir de manera directa lo que sus alumnos en verdad entienden de las lecturas asignadas y también para entrar al segundo compromiso, que es la comprobación de la utilización de ese conocimiento en su propio razonamiento.
El profesor tiene que tener muy en claro que su compromiso va mucho más allá de dictar una clase, y tiene que ir al complemento para asegurarse de que sus alumnos estén asimilando el conocimiento impartido y que además están aprendiendo a utilizarlo al interior de su mente, para producir deducciones más allá de la información recibida.
La estadística de estas pruebas, nos debe llenar de preocupación, pues estamos produciendo estudiantes mediocres que no están en condiciones de pensar y de evolucionar en medio del conocimiento al que han tenido acceso.
Me hace pensar en un profesor del programa de doctorado, cuando era la ocasión de tener la entrevista con él. Me decía “no me diga a cuantas clases asistió, ni cuantas lecturas abordó. Dígame qué ideas nuevas está en capacidad de traerme”. Es decir, el sistema estaba desarrollado más para pensar, que para batir un récord en volúmenes de clases o de lecturas.
Tenemos que pensar en que, en estos tiempos modernos, el éxito está en quién es capaz de colocar valor agregado a lo que produce, pues si no está en condiciones de entregar elementos diferenciales a lo común, seguramente no podrá estar en condiciones de ser competitivo nunca.
Quiere esto decir, que el pensamiento creativo tiene que ser un objetivo fundamental e insustituible en los modelos de aprendizaje, y que el primero que tiene que tener eso claro, es el profesor.